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19 de Mar de 2024

La canción es urgente — Un aguafuerte instantánea de Roy Rodríguez

Entre tanto nubarrón gris, entre tanto aire denso y pegoteado, surge la canción. Surge a pesar del tránsito de la avenida. El Coro de la Facultad de Ciencias de la Comunicación, en un costado del portal de cemento, más acá de la gigantografía de Nilo Silvestrone que recuerda al Cordobazo, canta. Canta. Canta desde los cuerpos. La canción es urgente. Otra vez, marzo.

La canción es urgente porque ese 24 de marzo de 1976 la muerte y desaparición de toda una generación de jóvenes era la centralidad de un plan siniestro.

La canción es urgente para recordar que ese plan siniestro incluía terminar de sumir a la Argentina a los designios de las superpotencias del capitalismo occidental, endeudarse y destruir todo los vestigios del estado benefactor, inclusivo nacido cuando los obreros metieron las patas en la fuente aquel lejano 17 de octubre de 1945.

La canción es urgente porque hoy en que esos nubarrones grises se ciernen sobre las memorias y el proyecto de destrucción de la historia y el futuro de este país ha llegado avalado por el voto de las mayorías, hoy, es necesario recordarnos que siempre habrá otros caminos. Otras posibilidades. Otras canciones.

Ahora, sobre la vereda de cemento de la entrada de la Facultad, como parte de las actividades por nuestra memoria, están pintando pañuelos. Stencils de pañuelos sobre el cemento. Pañuelos blancos, de memoria. Pañuelos blancos entre los mismos eucaliptus que les dieron sombra a esos jóvenes que en los 70 llegaban a la escuelita para animarse a soñar y construir un mundo más justo. Ellos son pañuelo. Sus madres. Sus búsquedas. Como utopías eternas.

Ahora el coro canta Un Lugar. “Por qué será, porque me tocó a mí, será surgir o debo desistir
ante la oscura y siniestra posibilidad de no llegar a dónde debo ir”
, se pregunta en la letra el uruguayo Alejandro Balbis. Un lugar, canta el coro. En este lugar de la ciudad universitaria a donde fue desterrada la vieja Escuela de Ciencias de la Información. Dos estudiantes miran desde lejos. Escuchan, se esconden detrás de las puertas. Después, agarrándose nerviosamente la oreja derecha, caminan lento. Se acercan. Como avergonzados. Un lugar. Un tiempo. Un tiempo otro, este que vivimos.


“Y hasta la muerte se ríe de tantos milagros”, dice la letra de Balbis, como buscando una salida ante los nubarrones y los mosquitos. Y entonces parece que los pañuelos levantaran vuelo. Un vuelo real y a la vez imaginario. Vuelan los pañuelos como palomas que van más allá de este tiempo. Que vuelven desde las muertes a posarse sobre los eucaliptos. Y escuchan y cantan. Otras voces. Acaso suene la guitarra del Paco Bauducco ahí nuestras pequeñas memorias colectivas, en que que nos volvemos canción. Por eso la canción es urgente. Porque es urgente la alegría. Por eso vuelan los pañuelos. Y por eso, quizás en nuestras memorias, seamos capaces de volver a ver el sol.