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05 de Ago de 2022
Nuevas Venas: Palabras e imágenes inspiradas por Eduardo Galeano
La Editorial de la Universidad Nacional de Misiones (EdUNaM) publicó, recientemente “Nuevas Venas: palabras e imágenes inspiradas por Eduardo Galeano”, una obra colectiva que cuenta con el apoyo de la Editorial Siglo XXI y que se inscribe en el marco del reconocimiento que la UNaM le hizo a Eduardo Galeano al otorgarle el Doctorado Honoris Causa en junio de 2021, a 50 años de la publicación de Las venas abiertas de América Latina.
El doctor en comunicación social Alexis Rasftopolo, egresado de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UNC, y parte de la iniciativa destaca a propósito de la obra, que Nuevas venas “pretende ser una suerte de diálogo, una polifonía que respira, piensa y siente a nuestra región desde diversas perspectivas, abrevando en distintos géneros literarios y recurriendo a las complejidades de la imagen y la composición visual”.
En rigor, Nuevas venas reúne poemas, ensayos, diálogos, relatos, crónicas e ilustraciones de Ana María Gorosito Kramer, Aníbal Silvero, Alexis Rasftopolo, Anna Verena Reutemann, Tomás García Laviana, Claudia Arcila Rojas, Anibal Silvero, Conrado Gabriel Bonecco, Elisa Mariela Ponte, Leila Pedrozo, Gonzalo Amarilla, Gustavo Girardi, Javier Gortari, Jesús Alejandro Ortiz Cotte, Eduardo Viera, Juan Martín Basgall, Eva Fernández, Karina Beltrán, Lara Schwieters, Leandro Alfredo Rossi, María Rosa Rolón, Marta Stella de Gasparini, Mauricio Munera Gómez, Oscar Bonilla, Leonardo Martos, Patricia Negreira, Santiago Morales, Zulay Antonia Saxe Castro y un artículo de Osvaldo Bayer publicado en Página/12, el 30 de marzo de 2002.
La revisión y compilación final estuvo a cargo de Silvina Piccioni. En tanto que el Comité de Selección conformado en el marco de la hechura de este material estuvo integrado por Nélida González, Sergio De Miranda y Héctor Borges.
Compartimos el texto publicado en la obra colectiva, Nuevas venas, por Alexis Rasftopolo, egresado del Doctorado en Comunicación Social de la FCC.
LAS FORMAS DEL ODIO Y LAS LUCHAS POR LA DIGNIDAD
A 45 años del golpe cívico-militar-eclesiástico, el periodista y escritor Luis Zarranz ha señalado que pocas fechas tienen un significante tan inenarrablemente doloroso en nuestra memoria colectiva. En ese sentido, el 24 de marzo de 1976 “es una herida profunda, cuyas consecuencias definitivas, en diferentes aspectos, son imposibles de dimensionar”.
De la diversidad de consecuencias y efectos inconmensurables y perniciosos que dejó el periodo lúgubre que se inició en aquellas horas, mencionemos aquí una marca cultural que atraviesa toda nuestra experiencia humana: la negación de las y los otras/os.
A propósito de esto, en 2017, Roberto Jacoby y Syd Krochmalny publicaron Diarios del odio, una obra que reúne una serie de comentarios de lectores –principalmente de Clarín y de La Nación- bajo una estructura de poema; en rigor, uno de los valores en términos artísticos y conceptuales del material reside en poner el foco, de manera exacerbada, densa, en lo que Jacoby explicó como “lenguaje del odio”:
Todo ese material lingüístico que refiere siempre a términos degradados, como la basura, el excremento, los insectos, los microbios, las bacterias, el cáncer… todos elementos que hay que extirpar, cortar, limpiar, fumigar, que son palabras que se repiten mucho en estos textos y que es lo que podríamos llamar el lenguaje del odio, que no considera posible la existencia del otro… el otro es algo a eliminar en lo posible…
Estas formas expresivas, estas construcciones de sentido, constituyen una clara evidencia de las formas de menosprecio de las y los otras/os, cancelando, en efecto, la posibilidad de la fraternidad extendida, de la empatía tan necesaria para fortalecer el tejido social y comunitario.
Esta constatación que tal vez encuentra uno de sus hitos iniciáticos en el proceso de conquista de las Américas y de África a fines del siglo XV, y que se irradia de manera potente y a veces imperceptible vía la herencia colonial, será la piedra angular de toda la política implantada con el Terrorismo de Estado.
El paroxismo de este tipo de expresiones llegó con las bolsas mortuorias que llevaban impresas los nombres de referentes en materia de derechos humanos y de funcionarios políticos frente a la Casa de Gobierno. Pero también las percibimos de otras maneras cuando, por ejemplo, vemos y naturalizamos la presencia de familias enteras en la más absoluta pobreza, integrantes de comunidades indígenas, que se encuentran en la intemperie, en plena ciudad de Posadas, intentando paliar el hambre y la indiferencia, como pueden, mientras la muerte acecha, constantemente, abreviando sus existencias desdichadas de manera terrible e injusta.
El hecho de que no nos escandalicemos frente a estas evidencias, que soslayemos estas situaciones de enorme vulnerabilidad, las desigualdades, el hambre, es una de las tantas herencias de las lógicas ético-políticas, económicas y culturales instauradas en los años de terror.
¿Cómo entender sino la miseria planificada que denunció Rodolfo Walsh34; la pedagogía del miedo, las técnicas del crimen y las desapariciones?
Y, más recientemente: ¿la insoportable levedad con que seguimos nuestras vidas ante la desdicha del prójimo?
Frente a todo esto, en este mundo patas arriba, que de manera inefablemente lúcida y sensible analizó Eduardo Galeano, ante las diversas formas del odio y del individualismo, es necesario, en esta fecha, mantener viva las memorias de la resistencia y de dignidad.
Reivindicar el ejemplo de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, de las y los Hijos, y de las demás organizaciones sociales y de derechos humanos; el ejemplo de las y los militantes sociales y políticos; las y los docentes, estudiantes, de las mujeres y diversidades que siguen luchando, ahora en este contexto asediado por el COVID-19, y que se suma, por cierto, a la herencia previa de la tanato-política del macrismo (estrechamente vinculada con las políticas de la última dictadura cívico-militar-eclesiástica); y que cuenta, hoy como ayer, con la colaboración de las empresas periodísticas, de los sectores corruptos del poder judicial y de los grupos económicos que se han beneficiado con los proyectos neoliberales.
A propósito de todo esto, el sociólogo François Dubet, señaló, años atrás, que la intensificación de las desigualdades sociales es proporcional a una crisis creciente de las solidaridades; y, en ese sentido, se preguntaba: “¿qué podría hacer que nos sintiéramos lo bastante semejantes para querer realmente la igualdad social y no solo la igualdad abstracta?”
Gran interrogante.
Sobre todo porque Dubet observa que, a pesar de las desmesuradas disparidades socioeconómicas existentes entre el 1 % más rico y el 99 % restante de la población mundial, ese “resto de la población” que, en realidad, como vemos, constituye la enorme mayoría, la más de las veces, sin embargo, se encuentra atomizada; “no constituye un bloque homogéneo capaz de actuar como tal [frente a tal injusticia], pese a los grupos
que alimentan la llama de la revuelta”.
Es cierto. Es mucho más fácil enunciarlo que concretarlo, pero tenemos enormes ejemplos de que pese a las más jodidas adversidades es posible sostenerse y organizarse para seguir tejiendo, sigilosamente, formas de cohesión social que respeten las diversidades que nos constituyen, que se alimente de ellas, en pos de alcanzar
una igualdad social lo más ideal posible.
Hebe de Bonafini señaló: “la verdadera política es la que se hace por el otro” en vistas de su dignificación.
En un contexto de agudización de las experiencias de incertidumbre en nuestros modos de vida humana y de todo lo viviente, ojalá logremos encontrar en nuestros mejores ejemplos de lucha, las coordenadas para avanzar hacia horizontes existenciales más amables y mejores.
Por Alexis Rasftopolo
Esta importante iniciativa contribuye a mantener vigente la obra y los aportes fundamentales del escritor uruguayo Eduardo Galeano. Descargar la obra completa acá